martes, 8 de septiembre de 2009

CUENTOS PARA EL COCO




Nos encontramos camino al "Caliban", noche de empanadas y teatro. Todo junto y alineado como de casualidad.

Al llegar tocamos al timbre 5 y se abren las puertas al recorrido de un pasillo largo, un estilo “conventillo” y un final que nos espera sonriente, desconcertante.

Un jóven relata sus interacciones con una estatua. El cuadrado permanece vacío, oscuro, y sólo una luz cenital devela al muchacho. A mí izquierda, sonidos repentinos, funcionando entre creación y creación, como cortes de escena, como posibles instauradores de un clima determinado.

Oídos atentos, expectantes. Palabras, más palabras y miles de “más palaras” que se promulgan sin cansancio

El arte de abrir el “coco” y encontrar en él miles de historias de personajes típicos y atípicos.

Un cuerpo que se desplaza velozmente, en idas y vueltas, sumergidos en la confusión total, la rapidez no nos permite pensar. Estamos rodeados de imágenes mientras una muchacha parafrasea a un ritmo acelerado cantidad de ideas, de situaciones cotidianas. Nos describe la boragine de una ciudad, la burocracia, un ritmo de vida intenso y casi sin momentos de tranquilidad y encuentros con uno mismo.

Dibujos, arte plástico, cabinas telefónicas ultramodernas y una abeja gigante que desciende de un techo fabulador de situaciones nuevas.

Todo este planteo, todo este desenfreno neuronal contenido en un solo cuerpo que nos acompaña a lo largo de al menos una hora de espectáculo, situándose en un lugar de oposición al justamente vivido por el director de la obra en su experiencia en Arembeque.

Este es un pueblito, visitado por el actor y director Norman Briski, que según cuenta en un conocido diario, despertó en él la necesidad de escribir, de salir del agobiante encierro en él que se hallaba, casi por inercia.

Cuando un hombre entra en contacto con una vida diametralmente opuesta a la suya, el miedo, la desprotección, la inseguridad, lo invaden por completo.

Me atrevo a decir que casi necesariamente, este cruce, este choque que nos encuentra sensibles hasta en el más mínimo movimiento de una hoja de árbol, es el que nos lleva a volcar en escritura, en reflexión, nuestras vivencias.

“Arembepe, entre la laguna Capivara y la costa del norte de Brasil, no parecía un destino acogedor cuando lo visitó el actor. Sin embargo, hoy, ese lugar pertenece a sus mejores recuerdos.”

Clarín-2009

Cuentos para el Coco - Teatro "Caliban" (México 1428, Pb "5")

Dirección, dramaturgia y puesta en escena: Norman Briski

Actúa: Eliana Wasserman

Músicos: Denise Modai y Matías Honigman

domingo, 6 de septiembre de 2009

"Cronopios"


Son las 21.30hs en Buenos Aires. En los pasillos de Boedo suenan los rastros de una vieja milonga, mientras en microcentro los últimos paseantes y trabajadores desaparecen en las calles entre medio del ruido y el humo de cigarrillos.

Siete adolescentes envueltas en típica ansiedad organizan desde sus casas, sentadas frente a la pantalla luminosa, su primer salida nocturna. ¿Destino? El que esté de moda.

Mientras tanto, en Abasto, cuatro humildes y jóvenes artistas, se encargan de que las sillas y las mesas de un bar perdido en la calle Gallo, estén ubicadas en el lugar correcto para dar comienzo a la manifestación más sana que alguien pueda llevar a cabo.

Siendo las 22hs del agilizado andar porteño, se enciende una luz y otras aprovechan los sonidos de expectativa, para retirarse. Nosotros, oscurecidos en un mismo espacio, a la espera de ellos.

Los “Cronopios”, buena parte de espontaneidad para “hacer reír” entrelazada a la fuerza del “querer decir”. Un cruce con el tan venerado Julio Cortázar, sólo un cruce, repleto de ideas y disparadores nuevos, diferentes. Distanciados de este cuento inicial, pero sin dejar de compartir con el autor, una marcada intención creativa.

¿Quién diría que en un rincón de la ciudad, en el fondo de un bar, un grupo de actores reuniría cada viernes a otro grupo de personas para reír en complicidad todos juntos de un hombre-tortuga que disfruta de una solitaria hoja de lechuga mojada en neskuik?

Quizás leerlo no sea suficiente, para entender, que de un mismo gesto, de una misma voz o expresión pueden reír al mismo tiempo, representantes de diversas generaciones.

Sonidos de guitarra, juegos, discusiones y hasta cachetazos metálicos.

Tal vez lo más interesante sea resaltar que, de una propuesta de aprendizaje de una clase, ya lejana, estas cuatro criaturas creadas con un fin preciso, respetaron su libertad y deseo de transformar esa propuesta, en una oportunidad para seguir aprendiendo.

El “cronopio, ser feliz”, su único deseo es ese, y así se dan a conocer, queriendo ser felices, a cualquier hora, en cualquier lugar.

Es una de las tantas propuestas que tanto en días de semana como en los finales de ella, se nos ofrecen para romper con la criticada “rutina”, una de las propuestas que invita a escribir y seguir escribiendo…


Integrantes: Nicolas Amato, Miguel Ferrería, Nicolas Pasquette, Pablo Pérez.