Nos encontramos camino al "Caliban", noche de empanadas y teatro. Todo junto y alineado como de casualidad.
Al llegar tocamos al timbre 5 y se abren las puertas al recorrido de un pasillo largo, un estilo “conventillo” y un final que nos espera sonriente, desconcertante.
Un jóven relata sus interacciones con una estatua. El cuadrado permanece vacío, oscuro, y sólo una luz cenital devela al muchacho. A mí izquierda, sonidos repentinos, funcionando entre creación y creación, como cortes de escena, como posibles instauradores de un clima determinado.
Oídos atentos, expectantes. Palabras, más palabras y miles de “más palaras” que se promulgan sin cansancio
El arte de abrir el “coco” y encontrar en él miles de historias de personajes típicos y atípicos.
Un cuerpo que se desplaza velozmente, en idas y vueltas, sumergidos en la confusión total, la rapidez no nos permite pensar. Estamos rodeados de imágenes mientras una muchacha parafrasea a un ritmo acelerado cantidad de ideas, de situaciones cotidianas. Nos describe la boragine de una ciudad, la burocracia, un ritmo de vida intenso y casi sin momentos de tranquilidad y encuentros con uno mismo.
Dibujos, arte plástico, cabinas telefónicas ultramodernas y una abeja gigante que desciende de un techo fabulador de situaciones nuevas.
Todo este planteo, todo este desenfreno neuronal contenido en un solo cuerpo que nos acompaña a lo largo de al menos una hora de espectáculo, situándose en un lugar de oposición al justamente vivido por el director de la obra en su experiencia en Arembeque.
Este es un pueblito, visitado por el actor y director Norman Briski, que según cuenta en un conocido diario, despertó en él la necesidad de escribir, de salir del agobiante encierro en él que se hallaba, casi por inercia.
Cuando un hombre entra en contacto con una vida diametralmente opuesta a la suya, el miedo, la desprotección, la inseguridad, lo invaden por completo.
Me atrevo a decir que casi necesariamente, este cruce, este choque que nos encuentra sensibles hasta en el más mínimo movimiento de una hoja de árbol, es el que nos lleva a volcar en escritura, en reflexión, nuestras vivencias.
“Arembepe, entre la laguna Capivara y la costa del norte de Brasil, no parecía un destino acogedor cuando lo visitó el actor. Sin embargo, hoy, ese lugar pertenece a sus mejores recuerdos.”
Clarín-2009
Cuentos para el Coco - Teatro "Caliban" (México 1428, Pb "5")
Dirección, dramaturgia y puesta en escena: Norman Briski
Actúa: Eliana Wasserman
Músicos: Denise Modai y Matías Honigman
1 comentario:
QUE BUENO QUE LES HAYA GENERADO TANTA REFLEXION...
SALUDOS
AGRADECIDA
ELIANA WASSERMANN
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